Deface llevada a cabo en el sitio de brumadinho

Saludos, ciudadanos del mundo.

Saludos, ciudadanos de Brasil.

Una vez más, hemos tomado un sitio para poder hablar con ustedes.

En 2019 el mundo fue testigo del segundo mayor desastre ecológico en Brasil. La ruptura de la presa de Brumadinho causó daños permanentes en la ecología y la sociedad locales. Y también se cobró la vida de 270 personas, la mayoría trabajadores de Vale, la empresa responsable de la presa.

Algunos consideran que se trata del mayor accidente laboral de la historia de Brasil. No estamos de acuerdo.

Esto no fue un accidente.

Nos acercamos al tercer aniversario de la tragedia. Ya sabemos, por ejemplo, que la precaria situación de seguridad de la presa era bien conocida por la dirección.

Quince días antes de la ruptura en la presa, el Sr. Fabio Schvartsman, entonces presidente de Vale, recibió un correo electrónico en el que se denunciaban las terribles condiciones de la misma y se advertía de la inminente tragedia. Estas denuncias fueron sumariamente ignoradas.

Schvartsman llegó a ser demandado en un juicio presentado en la justicia de Minas Gerais, debidamente anulado por el STJ, que dictaminó que el caso debía ser de competencia federal. Mientras tanto, 16 ejecutivos asesinos andan sueltos, tres años después de haber cometido una masacre con su barro.

Mientras las instituciones se encargan de proteger a los ejecutivos omisos y asesinos, las 270 familias que tendrán que celebrar una Navidad más con un asiento vacante en la mesa deben luchar para tener algún tipo de justicia.

Varios Organismos Internacionales han denunciado, por ejemplo, el acuerdo realizado sin la presencia de las familias afectadas, a puerta cerrada, sin ninguna transparencia.

Para los accionistas de Vale, la tragedia no parece haber cambiado mucho. Las acciones recuperaron su valor tras una pequeña caída unos meses después.

Al fin y al cabo, mientras haya miserables que sustituyan a los trabajadores caídos, la vida no vale nada.

A los asesinos de Vale, y a las instituciones que trabajan día y noche para garantizar su impunidad, les dejamos una advertencia:

No lo olvidaremos.

No lo vamos a perdonar.

Espéranos.